Consideremos
primeramente las psicosis del embarazo.
Un cierto
número de casos publicados por diversos autores bajo el nombre de locura
puerperal deben ser, muy ciertamente, considerados como ejemplos de trastornos
psíquicos de naturaleza urémica.
El hecho que a
continuación relato ha sido comunicado por el señor Léonard a la Sociedad
clínica en 1886: una mujer en el octavo mes de embarazo es presa de accidentes
eclámpticos. Tiene 12 ataques convulsivos previos al 29 de noviembre; el 29 cae
de nuevo en coma; el 30, se presente un último acceso que es seguido por un
estado comatoso. Del 2 al 7 de diciembre, hay agitación, alucinaciones móviles
con intervalos de calma y pupilas contraídas. A partir del 7, los accidentes
cerebrales desaparecen y la enferma no tarda en curarse. Que se designen, si
así lo queremos, los trastornos mentales notados en esta observación con el
nombre de manía puerperal como lo hace el señor Léonard, es la cuestión del
término sobre el que es necesario ahondar. Pero no es dudoso que la agitación
maníaca observada en este caso haya sido de naturaleza urémica o al menos
tóxica. La fisionomía, la poca duración de los trastornos psíquicos, las
circunstancias en las que estos se dieron, después de las convulsiones y
seguido de un coma, su coincidencia con una contracción de las pupilas, lo
prueban, me parece, suficientemente.
El caso que aquí les presento, se lo debemos al señor
Bar, y ha sido reseñado en la tesis del señor Lallier, es un hecho del mismo
orden. Lo resumo: una mujer embarazada…